ALBERTINA AZÓCAR Y PABLO NERUDA
DEL POETA PABLO NERUDA
(Al final, hay un vídeo)
Se conocieron en el Instituto Pedagógico, en Santiago, en la asignatura de francés, en 1921.
Eran tiempos de agitación social y de bohemia estudiantil.
Albertina tenía diecinueve años y Pablo, diecisiete.
Ambos eran del sur: Temuco y Nueva Imperial.
Fue un amor a primera vista.
Pero los padres de ella no la permitían. Así que tuvieron que mantener su romance en secreto, resguardado por sus amistades íntimas.
Gracias al centenar de cartas y manuscritos que Albertina conservó celosamente en una caja de zapatos y que 50 años más tarde vendió al Banco Exterior de España, nos hemos podido enterar de ello.
Busqué en Internet el libro pero estaba carísimo.
En Rancagua, para bendición mía, en una librería de viejos, hallé una edición de Cartas de amor de Pablo Neruda* (vaya uno a saber cómo llegó la joyita hasta este lugar).
No podía creerlo. Eran las 111 cartas, facsimiles de poemas, cartas a Ángel Cruchaga Santa María y parte de L' appel, el álbum de Albertina.
En el autobús de regreso a casa, di vuelta las páginas en busca de alguna copia de carta de la muchacha, y nada. Tuve que imaginar que ella había decidido, por discreción, conservarlas para sí (o, probablemente, estén en el banco español...).
El libro es un recorrido por alma del poeta.
Además, en cada carta aparecen -en estado larvario- versos de los poemas que integrarán el libro más famoso de Pablo Neruda: 20 poemas de amor y una canción desesperada.
Mucho se puede hablar de todo el material que contiene este maravilloso libro. Pero solo me detendré en el "Poema 15", por el motivo del libro: el silencio de Albertina.
Ella se trasladó a Concepción para terminar la Memoria y trabajar en un colegio cerca de la universidad.
Desde entonces todo fue cartas y silencio. Él le pedía casarse. Pero ella no contestaba.
El joven poeta se fue de cónsul a Ceylán, y de allá le seguía escribiendo cartas que Albertina no contestaba.
Hasta que Pablo, cansado de su silencio, decide casarse con otra mujer.
"No pude tomar la decisión sola; mi familia era muy estricta y nunca supo de mi relación con Pablo", explicó Albertina a un diario santiaguino, pocos años antes de su muerte, que ocurrió en 1989.
Tras la lectura de las cartas, y de poemas que escribió estando casado con otras mujeres, puedo asegurar que el poeta nunca la olvidó. Nunca.
Albertina (o también: Mi chiquilla fea, Chiquilla bonita, Netocha, Abeja, Mocosa mía, Niña de los secretos, Lombriz regalona, Lombriz Zalamera, etc. ), fue el amor de su vida. Digno de un verdadero poeta.
15. ME GUSTAS CUANDO CALLAS...
⚘ME gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma,
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
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Harold Durand
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