CÉSAR VALLEJOS
no sobrevive la palabra!
¡Si después de las alas de los pájaros,
no sobrevive el pájaro parado!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo y acabemos!
De Poemas Humanos, CÉSAR VALLEJOS [1]
El poeta de hoy se halla entre dos aguas. Por un lado, la poesía que se sostiene con el compromiso del sentimiento y la razón; por el otro, la poesía que rompe este equilibrio para ocuparse del sentimiento en la vida interior del poeta.
La primera edifica una construcción coherente para que halle resonancia el sentimiento del poeta, como la poesía de Quevedo, Fray Luis, Darío y Gabriela Mistral. Es la vertiente lírica que goza de largos siglos de tradición y de prestigio, según Amado Alonso. [2]
La segunda, la edificación se ve aparentemente antojadiza, con la que se quiere representar la vida interior del artista. Es la poesía de Rilke, Paz, Lezama Lima y parte de la obra de Neruda.
¿Qué significa esto? Nada menos que una elección en el momento de la creación: o se deja la palabra a la subterránea voluntad de arte más que a la voluntad del poeta; o se rechaza esta tendencia, ya retomando la tradición, ya buscando una fórmula que permita rescatar la voluntad de arte del poeta y la información del mundo exterior; la 'interioridad' y la 'exterioridad' que Gramsci distingue en el análisis del fenómeno estético. [3]
Los que han preferido seguir teniendo la iniciativa, optan por el camino directo, conocida como panfletaria o contestataria; o por la anti-poesía, más ingeniosa que la anterior aunque no más imaginativa; o por la tradicional, en donde la metáfora halla su hábitat.
Son las alternativas a las cuales uno se atiene en el momento de iniciarse en la poesía, así se quiera ser original.
Sin embargo, hay una poesía entre aguas que se distingue: la del peruano César Vallejo, por ejemplo.
En ella se siente el temple de un arte más equilibrado, porque el individuo conserva su derecho a la palabra —como protagonista de su cosmos— y no deja fuera la 'exterioridad'; y porque la palabra no está 'intelectualizada', o sea, no ha malogrado la subterránea voluntad de arte, la 'interioridad' con su carga de fantasía. Esto sin duda se debe a un compromiso mayor de Vallejo con su prójimo, que le permite aunar ambas aguas; o según Saul Yurkievich, no separar del todo las palabras y las cosas, contraviniendo la tendencia idealizadora y sublimadora del arte. O se debe también a su prudencia, lo que destaca Yurkievich cuando escribe que Vallejo "usó el pensamiento en bruto, como si lo detuviera antes de alcanzar el grado suficiente de abstracción e impersonalidad que lo independice de la mente que lo concibe". [4]
Es esta, sin duda, una buena experiencia del espíritu humano que las nuevas generaciones de poetas deberían atender, como una propuesta. Es decir: probar el derecho de la palabra (cuidar que no se le desprenda su sombra, o desprenderla del insectario nominal de la Academia de la Lengua para que nombre lo que quiera) y echar mano a la fantasía, porque es posible que la poesía se haga de las aguas que nos llevan. Cito algunos nombres: la de Francisco Quevedo, Luis de Góngora, Rubén Darío, Gabriela Mistral y Antonio Machado, de una orilla, y en la de José Lezama Lima, Rainer Marie Rilke, Gertrude Stein, Pablo Neruda, W.B. Yeats, Gunnar Ekelöf y Vicente Alexander, de la otra.
Harold Durand
2001.02.09. Lilla Essingen, Estocolomo.
Fuentes
1. Obra poética completa, César Vallejos. Casa de las Américas, tercera edición, 1975. Cuba.
2. Poesía y estilo de Pablo Neruda, Amado Alonso. Editorial Losada, S.A, Buenos Aires, 1940.
2. Literatura y vida nacional, Antonio Gramsci, Editorial Lautaro, Argentina, 1961.
4. El salto por el ojo de la aguja, Saul Yurkievich. Ensayo incluido en "César Vallejo", edición de Julio Ortega, Taurus Ediciones, S.A. España, 1974.
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